miércoles, 28 de mayo de 2008

El Mundo-9

El "negro Chuminga"
Mateo 17-24 al 27 dice: Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas (impuesto anual para el Templo) y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿de quienes cobran los impuestos? ¿De sus hijos o de los extraños
Pedro le respondió: De los extraños.
Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, vete al mar y echa el anzuelo y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero (moneda de plata que equivalía a 4 dracmas) tómalo y paga por mí y por ti.
Cada vez que leo este pasaje me trae a la mente recuerdos de mi niñez cuando conocí al pescador a quien todos llamaban el “negro Chuminga.”
Vivía en un rancho a orilla misma de la playa Carrasco. Era entonces una playa desierta. Solo existió camino cuando a fines del año 1902 se comenzó a construir cerca de la playa el Hotel Carrasco que se inauguró en 1921 y que lleva ese nombre en homenaje a don Salvador Sebastián Carrasco uno de los primeros habitantes de esa zona promotor de la idea de la construcción del hotel para convertirlo en balneario internacional.El hotel es un imponente edificio neobarroco al que solo se llegaba por camino de tierra en coche o en excursiones de los fines de semana. Fue recién en el año 1950 que se urbanizó la zona y comenzó a formarse un barrio residencial para la clase alta montevideana.En el año 1942 conocí a “Chuminga”. Con su carrito nos traía una media barra de hielo envuelta en diarios dentro de un cajón para refrescar las bebidas, y luego se quedaba con nosotros a comer el asado. Nos alquilaba el único árbol de toda la playa, que según él era suyo por estar junto a su rancho.
Recuerdo que un día nos contó que en año 1930 se produjo en el mar una gran bajante que dejó al descubierto la proa de un galeón a tan solo cien metros de la playa.
Curioso inspeccionó los restos hundiéndose en el barro. Luego con una pala sacaba el barro del fondo del barco y con las manos revisaba el barro; así fue como ese día encontró 75 monedas de oro del año 1750.
La marea volvió a subir y el mar cubrió los restos del naufragio, pero “Chuminga” recordaba el lugar.
El lunes 2 de septiembre de 2002 se produjo otra vez la gran bajante del mar y quedó de nuevo al descubierto el galeón hundido. Ya no estaba “Chuminga” ni su rancho. La urbanización lo había desplazado.
El primero en llegar a inspeccionar el barco fue el cazador profesional de tesoros Rubén Collado y su equipo. En conferencia de prensa dijo que se trataba de la fragata Nuestra Señora de La Luz que naufragó en 1752 con un cargamento de 53mil monedas de oro y 400 lingotes de oro, alhajas, y otros valores sin registro. Su rescate podría dejar 100 millones de dólares de ganancia. Luego dijo que hacia 25 años que andaba tratando de localizarlo.
Se hubiera ahorrado 25 años de búsqueda si hubiera negociado con “Chuminga”.

No hay comentarios: